Fútbol, religión, política, temas que por alguna razón están considerados nocivos para hablar en ámbitos donde existan voces discordantes. ¿No es eso una paradoja? ¿No le falta un poco de sentido hablar de lo que apasiona sólo con quienes pensamos parecido?
En esa falta de lógica aparece el silencio, quizás otro invitado de piedra a las reuniones, que quizás no sea tan molesto. Especialmente cuando nos reunimos con nosotros mismos. ¿Y si escuchamos a León Gieco?