Foto: Santiago Mazzarovich / adhocFOTOS.
En su columna quincenal en InterCambio el sociólogo Agustín Canzani realizó un primer “balance” del egreso de Ernesto Talvi de la política partidaria.
Canzani primero reseñó las principales características de Talvi en cuanto outsider ingresado hace tres años a la política partidaria, arena a la que había estado vinculado desde antes a través del ex presidente Jorge Batlle.
Ahora, apenas un mes después de haber renunciado a la responsabilidad de canciller de la República y en el marco de un relacionamiento personal caracterizado por las tensiones y conflictos con el mundo de la política, el economista “termina reconociendo que ni él es para ella, ni ella es para él”.
Su efímero derrotero como actor del sistema político puede resumirse en la idea de que “no pude con mis orientaciones y la política” simultáneamente. Es que “si hay algo que tienen los políticos, y eso lo tenía su mentor, Jorge Batlle, es persistencia”, y a la vista queda que “Talvi no mostró eso”.
La decisión del ex director del think tank liberal Ceres, analizó el director de la Fundación Liber Seregni, “deja cosas” planteadas respecto de las cuales, al menos por ahora, “no sabemos sus efectos” ulteriores.
En la órbita colorada “deja un sector huérfano y desvalido”, esto es el aún novel Ciudadanos, así como “deja un Partido Colorado (PC) que no llega a recargarse” como pretendió Talvi. Así también “deja una crisis de liderazgo en el PC” y “una ausencia de figuras” nuevas con proyección masiva.
Después, “respecto a la coalición” gobernante, el egreso del renunciante deja “una coalición más atonal, con menos matices”. Y dado que “era mucho más Talvi que Ciudadanos” el componente gubernamental de esta fracción colorada, “eso hace que de alguna manera predomine más la figura del presidente de la República”. De este modo, el gobierno como tal y el Poder que representa “se concentra aún más” en la persona de Luis Lacalle.
Más allá de eso, desde ahora habría “también una coalición que respira cierta dosis de alivio porque le quita un factor que en algún sentido” marcaba disensos y contradicciones, “pero que a la vez se siente un poquito más débil” aunque no menoscabe su “disciplina de voto” en el Parlamento.
Fuera del oficialismo, “los efectos” de la salida de Talvi “en la oposición, que básicamente es el Frente Amplio”, pasan por dejarla “sin potencial apoyo para diálogos un poco más amplios” con el gobierno, por ejemplo en “las cuestiones de residencia fiscal”. Pero al mismo tiempo “también deja a la oposición como un grupo más capaz” de expresar que ciertos márgenes y matices no tienen espacio dentro de los partidos tradicionales y la derecha.
Y trascendiendo el plano partidario, el egreso del ex canciller “también deja algunas cosas” en términos “de imagen de la política” tales como “una política que expulsa a las cosas nuevas (…) una política donde el asesino es el mayordomo (…) donde parece que los victimarios están siempre encarnados en figuras clásicas de la política (…) y también una política que no es para cualquiera” al ser una actividad cuya práctica requiere “no solo habilidades innatas” sino que además exige tener “habilidades adquiridas”.
“Los efectos sobre la política uruguaya” dan una “menos variada”, cuando la variación “es siempre un elemento importante para el debate público”.