Entrevistado en InterCambio el padre de la recién encontrada ´nieta 129´, Carlos Solsona, habló sobre la peripecia personal y familiar de 42 años buscando a una hija o hijo desaparecido por la represión en Argentina, de quien desconocía no solo su sexo e identidad sino siquiera si vivía o no.
“Sigo sin saberlo al día de hoy”, contó Solsona sobre el significado y la dimensión de lo que está sintiendo desde el 8 de Abril, día en que “me enteré” de la existencia de quien es su hija nacida en cautiverio en mayo de 1977, información que le fue confirmada por la organización argentina Abuelas de Plaza de Mayo.
“Cada día cambia la sensación” que el entrevistado siente entre “la alegría, la emoción, la conmoción”, vaivén emocional que una y otra vez “se va repitiendo todos los días”, aunque “la verdad que no me molesta”, explicó entre la alegría y el humor.
Solsona y la madre de sus dos hijos mayores, entre estos la recién encontrada o reencontrada, eran militantes del Partido Revolucionario de los Trabajadores en la Provincia de Córdoba, donde se habían conocido a inicios de los años 70 siendo estudiantes y donde esa organización tenía una fuerte implantación a nivel sindical y en el movimiento estudiantil.
Quien fuera su compañera y es la madre de sus dos hijos mayores, Norma Síntora, continúa desaparecida, condición o situación que Carlos, a quien le gusta “llamar a las cosas por su nombre”, define como la de aquellos militantes que tras ser capturados fueron “torturados, asesinados y sus cuerpos ocultados” por sus verdugos, que “saben” todo pero lo callan.
Durante los últimos 42 años de incansable esperanza en la existencia de un o una descendiente y de su búsqueda detrás de cada indicio o dato, “muchas veces sospeché que nunca íbamos a encontrar nada, pero no podía abandonar la búsqueda, bajar los brazos” nunca estuvo planteado como una posibilidad cierta y concreta.
“Fue mucho un periodo simplemente de esperar”, explicó, destacando el hecho de que “tuve la gran fortuna de que mi familia estuvo siempre sosteniendo y en silencio”.
Después se refirió a la dimensión casi indecible de los “detalles más íntimos de lo que significa el Terrorismo de Estado para una sociedad”, como por ejemplo que “el familiar del desaparecido no puede hacer el duelo”.
De su hija, que desde el periodo de “la crisis de 2001” reside en España junto a la propia familia que formó y en la que Solsona tiene nietos, sabe que es una persona “feliz” y que tuvo la suerte de no haber sido adoptada ni criada “por una familia relacionada con el aparato represivo”.
Sabe de ella también que hacia sus “20 años” de edad falleció su padre adoptivo y que después de eso “la familia” le contó “que era adoptada”. Compartió al aire la alegría de haber percibido durante estas semanas que “en ella y su núcleo familiar abundan la inteligencia y el humanismo”.
Padre, hija, nietos y familia a un lado y otro del Atlántico aún no se conocen personalmente, nunca se han visto. Acerca de esto, Solsona contó que su prioridad respecto de su hija es respetar su proceso interior y familiar, ya que no es una niña sino una adulta con una vida consolidada.
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