En economía, nuevamente aparece el fenómeno entre la realidad y las percepciones; entre lo que se muestra y en lo que se cree y a quien se le cree. Como en otros temas públicos, una cosa es lo que es y otra lo que uno desea que fuera. Un terreno en donde reina la subjetividad. Y en donde se pone en juego la confianza.
En términos objetivos la economía presenta datos duros como el PBI, el empleo/desempleo, el tipo de cambio, la inflación, el déficit fiscal, la competitividad, etc.
Es necesario trazar una raya bien nítida: el gobierno y la fuerza de gobierno tienen un rol –responsabilidad de Estado- mientras que las oposiciones tienen otro.
En la construcción de humores sociales, se presentan dos bloques claramente enfrentados, con todos los matices del caso.
Aquí aparecen los medios de comunicación, los analistas económicos y los periodistas. Son los que construyen Opinión Pública. Y cada quien con su stock de confianza en la Opinión Pública.
Me detengo un instante en este asunto de medios y Opinión Pública.
En la información económica y análisis, hay un ecosistema que funciona más o menos así: los medios llaman a los economistas que están en el candelero. Normalmente son economistas que tienen una visión crítica de cómo funciona la economía. Pero son llamados, son escuchados y desde esa práctica influencian en los públicos. Son creíbles para una porción de la sociedad y para otra no.
Esos posicionamientos de los economistas críticos se derraman en las distintas plataformas informativas que cada ciudadano posee.
En general, los economistas consultados se autodefinen liberales, con alguna excepción. Es difícil encontrar que llamen a economistas de diferente sesgo. Ahora está apareciendo Daniel Olesker, un economista que es referente de algunos sectores de la población.
Los economistas de izquierda se manifiestan en Twitter al igual que los liberales y de otras sensibilidades. El peso de la conversación de los economistas de izquierda es muy magro, con lo cual el stock informativo que se derrama hacia la sociedad proviene de investigadores críticos con el gobierno.
Esta investigación del politólogo Martin Opertti analiza la evolución de las percepciones que los uruguayos tienen sobre la economía del país durante el período 1990-2017, y la influencia que tienen las identificaciones partidarias en la construcción de estas evaluaciones. Se explica que la identificación partidaria es entendida como un lazo psicológico y emocional con un partido político y eso puede generar sesgos perceptuales.
Analiza, entonces, las percepciones de la economía en función de la autoidentificación ideológica.
LA ÚLTIMA INVESTIGACIÓN
El material que nos acercó Opertti, mediante datos de series de tiempo de encuestas de Opinión Pública, muestra evidencia que en Uruguay, las identificaciones partidarias moldean y constriñen las percepciones económicas.
Al mismo tiempo, la evidencia muestra que los uruguayos incorporan la información económica en función de la identificación partidaria, aceptando lo que es congenial con sus nociones previas y descartando lo que no lo es.
De esta manera, esta investigación presenta evidencia que sugiere que las percepciones económicas de los uruguayos se ven sesgadas por las identificaciones partidarias, fenómeno que implica consecuencias tanto en el comportamiento económico y político de los uruguayos.
Investigaciones recientes han demostrado que la relación causal entre economía y comportamiento político no es tan lineal como en un principio se creyó, dice Opertti.
No solamente las percepciones económicas influyen en el comportamiento político, sino que también los sesgos partidarios influyen causalmente en las percepciones de los individuos sobre la economía.
Los individuos tienden a ver lo que congenia con sus nociones previas y descarta la información disonante. Este fenómeno ha sido más estudiado en los países desarrollados, pero en América Latina no ha habido mayores contribuciones sobre el tema en particular.
En Uruguay, las percepciones económicas han sido cuestión de controversia debido a que, durante muchos años, la población evaluó negativamente la situación económica a pesar de que los indicadores económicos objetivos eran buenos. Una explicación que se dio a este fenómeno fue la de un pesimismo -por momentos aparentemente infundado- sistemático de los uruguayos.
Agrego que esa afirmación de “la población evaluó negativamente la situación económica a pesar de que los indicadores económicos objetivos eran buenos”, coincide con el ascenso electoral del Frente Amplio. Evidencia esto que la mirada crítica pese al buen momento estaba ligado a ese ascenso.
Adviértase esto: el presidente Tabaré Vázquez realizó su rendición de cuentas en el Antel Arena. Allí enumeró una serie de éxitos en materia económica lo que era aplaudido por la concurrencia y los frenteamplistas que lo siguieron. Vázquez habló de éxitos.
Sin embargo, las reacciones de las distintas oposiciones expusieron luego sus críticas a Vázquez, poniendo énfasis en lo que Vázquez apenas mencionó. Por ejemplo el déficit fiscal.
Así se expresó, por ejemplo, la economista Azucena Arbeleche, referente económico del doctor Lacalle Pou.
Y ahí aparecieron los alineamientos: hubo uruguayos que aprobaron lo que dijo Vázquez y otros uruguayos coincidieron con Arbeleche y otros. Quedó evidenciado que los alineamientos políticos partidarios definieron las apoyaturas en materia económica.
LO QUE LA MAYORIA QUIERE
Dos expertos estadounidenses sostienen que “las personas comunes tienen sus preferencias acerca de cómo se debe desempeñar el gobierno, y eligen líderes para que lleven a cabo sus preferencias”.
Lo relevante es que, desde este enfoque, lo que la mayoría quiere se convierte en la política del gobierno.
En la misma línea, otro estudio citado por Opertti argumenta que la identificación con un partido político crea una pantalla perceptual mediante la cual los individuos tienden a ver lo que es favorable con su orientación partidaria. Cuanto más fuerte es el lazo con el partido, más exagerado será este proceso de selección y distorsión perceptual.
En particular, los juicios de los ciudadanos sobre la situación económica son de especial relevancia debido a que tienen consecuencias económicas y políticas muy importantes.
Los juicios positivos sobre la economía se correlacionan con incrementos en el consumo que ayuda a mejorar la situación económica nacional mientras que los juicios negativos llevan a una baja del consumo que puede disminuir las ganancias económicas.
Queda claro, entonces, que la economía es sensible a los humores sociales y esos humores sociales son construidos desde las narrativas que proveen los medios de comunicación.
El ciudadano común posee experiencia directa sobre la economía (conoce su situación y la de sus seres cercanos), sin embargo, esta información difícilmente sea representativa del país o de la unidad que se quiera evaluar. De esta forma, a no ser que posea una sofisticación e interés político muy alto, y se mantenga informado acerca de la situación económica mediante indicadores macroeconómicos objetivos, el ciudadano común forma su percepción condicionado por muchas variables, siendo una de ellas su identificación partidaria, en caso de tener una.
La identificación partidaria es entendida como un lazo psicológico con el partido, proveniente en general del proceso de sociabilización del individuo, y, por lo tanto, muy arraigado en el mismo. Este lazo, para los que lo poseen, es de crucial importancia a la hora de entender el comportamiento y posicionamiento político de un individuo.
La proporción de personas que poseen un vínculo con un partido sobre el total de la población de un país dado se altera según distintas variables como el propio sistema electoral, la longevidad de los partidos y la naturaleza de los partidos (partidos de masas o de ideas).
En el caso uruguayo, tener partidos políticos de masas y muy longevos, sumados a lo que Luis Eduardo González identifica como bipartidismo histórico o al reciente pluralismo moderado (muy similar al bipartidismo), son factores que favorecen la idoneidad de este paradigma del votante sesgado por las identificaciones partidarias.
La teoría del voto económico establece sencillamente que, si la economía crece, los votantes reelegirán al partido en gobierno, mientras que, en épocas más difíciles, los ciudadanos castigarán al partido de gobierno en las urnas. Eso fue evidente con la crisis del 2002 en donde mucha gente abandonó el cerco partidario y castigó al Partido Colorado.
El asunto se torna más complejo cuando se realiza la distinción entre el desempeño económico medido a través de indicadores objetivos macroeconómicos y la percepción subjetiva sobre la economía de los individuos.
Acá me detengo un instante: si el animal tiene cola y ladra, es perro. Esto quiere decir que si yo soy frenteamplista y perdí el trabajo, está bravo decir que todo va bien. O sea que tus entornos o los entornos inmediatos te brindan información sobre la cual sacas conclusiones.
Lo mismo ocurre con otro tema. Por ejemplo, los viajes al exterior o el auto cero kilómetro. Estoy desempleado, pero mi hermana viajó a Europa y mi primo cambio el auto. Esto provoca ruidos perceptivos en tanto el tipo es frenteamplista.
En tanto, el opositor que tiene trabajo y que viajó a Cuba en el último año, también tiene ruidos, porque por un lado es opositor, pero le ha ido bien. La conclusión es que su pertenencia política condiciona el dato objetivo: seguirá diciendo que todo es un desastre.
Si lo importante a la hora de predecir el voto no son los indicadores macroeconómicos objetivos sino las percepciones individuales de la economía, surge la primera interrogante de esta investigación: ¿Cuán ajustadas a la realidad (indicadores objetivos macroeconómicos) están las percepciones individuales sobre la economía?
Frente a esta pregunta planteada se elabora la primera hipótesis. Si la gran mayoría de los uruguayos evaluara la economía homogéneamente y en constante concordancia con los indicadores objetivos macroeconómicas esta investigación de Martín Opertti carecería de sentido.
En Uruguay poco se ha dicho sobre este tema puntualmente y no se han realizado estudios de este fenómeno en un período tan extenso (27 años).
Existe en Uruguay en determinados momentos del período 1990-2017 una asimetría en las tendencias entre los indicadores objetivos macroeconómicos más importantes para la población y las percepciones retrospectivas y actuales de la economía.
Los votantes uruguayos ven el desempeño económico del país de manera sesgada según su identificación partidaria. Aquellos individuos que estén identificados con el partido de gobierno tenderán a evaluar la situación económica del país de manera más positiva que los individuos que estén identificados con partidos de la oposición.
La pregunta de cómo incorporan e interpretan información los ciudadanos en una democracia es una cuestión clave en la ciencia política.
Los votantes uruguayos identificados con el partido de gobierno rechazarán la información negativa acerca del desempeño económico del país, mientras que sí estarán dispuestos a modificar sus opiniones al recibir información positiva.
Los votantes uruguayos identificados con los partidos de oposición rechazarán la información positiva acerca del desempeño económico del país, mientras que sí estarán dispuestos a modificar sus opiniones al recibir información negativa.
La encuesta de Opertti fue realizada entre el 6 y 12 de agosto de 2018.
CONCLUSIONES.
En conclusión, es posible encontrar desajustes significativos entre las percepciones económicas de los uruguayos y los indicadores objetivos macroeconómicos. En la serie de tiempo de la investigación de Opertti, el electorado uruguayo se mueve con bastante concordancia con los indicadores objetivos macroeconómicos.
Los momentos de mayor bonanza económica son los que el electorado uruguayo mejor evalúa la economía y los momentos de las más duras contracciones de la economía es cuando los uruguayos peor la evalúan.
Al mismo tiempo, aparece una brecha entre realidad y percepción.
Los uruguayos parecen ser capaces de incorporar sólo información congenial con sus nociones previas.
Otra de las conclusiones que permite este experimento es la interacción entre sesgos partidarios en evaluaciones económicas con votantes políticamente sofisticados. A mayor interés en la política más exagerado es el proceso de incorporación asimétrica de información en presencia de un vínculo partidario.
La evidencia proporcionada por esta investigación indica que las identificaciones partidarias condicionan la formación de las evaluaciones sobre la economía en Uruguay.
Una posible conclusión es que el país va bien según del lado del mostrador que estés.
El razonamiento es sencillo: si los individuos evalúan la economía en función del partido con el que tienen un lazo emocional -cuya formación muchas veces se remonta al proceso de sociabilización y al entorno familiar-, se vuelven incapaces de premiar o castigar el desempeño económico del gobierno.
A partir de este trabajo de Opertti, se podría concluir que hay una cierta paridad en la ciudadanía acerca del desarrollo de la economía y que los resultados electorales pueden operar en el mismo sentido.
Linng Cardozo.
13 de marzo de 2019.