Entrevistado en InterCambio el economista Pablo Da Rocha, habló de las perspectivas de la economía nacional, regional y mundial a la luz de las proyecciones de decrecimiento global del 3% promedio para 2020 que presentan los organismos como el Fondo Monetario Internacional (FMI).
Da Rocha contextualizó el tema puntualizando que “todavía no estamos en condiciones de hacer un pronóstico acertado” sobre el futuro inmediato de una economía mundial que, con excepciones como China, se desploma. Todas las proyecciones y también las de los organismos “están sujetas a supuestos fuertes” y el economista no duda de que dentro de poco tiempo más, volverán a ser corregidas a la baja y posiblemente no solo una vez.
En cambio, “lo que sí se puede advertir” y de ello “dar cuenta”, es una “realidad” económica de “profunda crisis, de las más agudas que se conocen en la historia económica”, equiparable “a la del ´29” y que se manifiesta “de forma mucho más aguda que la de 2008 y 2009”.
Esta crisis se manifiesta “por el lado de la oferta y también de la demanda”, es decir que afecta “nuestra condición de consumidor pero también de productor” y en definitiva “eso equivale a una parálisis” porque “si no hay trabajadores, uno no puede mover la maquinaria necesaria para trabajar”.
Ello plantea “un dilema que enfrentan todos los países” entre establecer “la cuarentena” o garantizar “que los motores de la economía no se detengan” del todo, ya que “no se puede detener” la actividad en varios sectores, por ejemplo producción, distribución y venta de alimentos entre otros, además de que la paralización impacta a la baja sobre “las Cuentas Nacionales”.
Al paralizarse o disminuirse significativamente la actividad económica, se genera “destrucción de capital” por diferentes vías, por ejemplo dejando “capital ocioso”. Pero el mundo no es igual y “los resultados son dispares”, dado que mientras “China crece” y pone de nuevo en marcha toda su poderosa economía, “los países desarrollados son los que van a sentir más la recesión” y esto ya empezará a registrarse en “el Turismo”, uno de los principales rubros y fuente de ingresos de los países europeos, ejemplificó.
En cuanto a las perspectivas, “del lado de la oferta, la actividad puede empezar a tener un proceso” de reactivación “paulatino”, pero la gran duda son “los consumidores, el lado de la demanda”, reducida al mínimo por la paralización, además del riesgo de que “cunda el pánico y que el miedo sea una variable muy relevante” al reducir o suprimir “la confianza” del público, dimensión no física que opera como un virtual factor económico.
Puede descontarse que nada será igual en la producción ni en el consumo. Tal como “cambió la propensión a consumir en 2002” y después en sentido opuesto porque “la crisis deja marcas” y éstas modifican conductas, “va a haber cambios en la propensión a consumir y va a haber pánico” porque “el virus va a seguir” e inevitablemente “todos nos vamos a contagiar”, razonó.
En función de todo ello, también pueden esperarse “correcciones a la baja en el futuro” de la proyecciones económicas que elaboran los organismos como el FMI, que acaba de pronosticar una caída global promedio del 3%.
También puede aguardarse razonablemente un incremento exponencial de la actividad y las ganancias de los sectores y corporaciones que giran en torno a “I+D” y “Logística”, como “Amazon”, que “en este momento se capitalizan de forma excepcional” gracias al aislamiento y la inmovilidad.
Asimismo, “siempre existen” quienes “tienen capacidad de ahorro”, quienes “no se ven tan afectados como otros” y quienes directamente se benefician de las crisis, “se lo escuchamos decir mil veces al presidente de Estados Unidos, Donald Trump, de que hizo su fortuna en las crisis”.
En cuanto a tendencias en el mercado de trabajo y uso de la fuerza de trabajo por las empresas, “estoy convencido de que va a pasar”, señaló Da Rocha respecto de una segura y veloz expansión del teletrabajo. La crisis “acelera el proceso en cada lugar de trabajo de revisar esas tareas básicas” de las personas y determinará “qué trabajador es imprescindible y cuál no”. “Esto va a acelerar un proceso que ya se venía gestando”, por lo que habrá “un antes y un después (…) a escala global y también en nuestro país”.
Después, el entrevistado habló de contextos y estímulos para la captación y radicación de inversiones en esta coyuntura, ejemplificando con diferencias entre nuestro país por un lado y Brasil y Argentina por el otro, asunto en el que “la solidez institucional, política y financiera juegan un papel”, anotó.
Como resumen de sus perspectivas, consideró que “la salida de esto implica una coordinación y complementación a escala mundial”, más aún porque “debe tratarse a los diferentes de formas diferentes”. Mientras que “el mundo entero muestra cifras y pronósticos de recesión”, resulta que “China crece” y por lo tanto “el resto del mundo va a tener que funcionar”.
Entonces “China”, con su retomada del crecimiento, “obliga a salir” de la parálisis a los demás, contexto en el que sería saludable y conveniente celebrar “una reunión virtual mundial para coordinar la salida”. Pero mientras ello no suceda, “el retorno” a la actividad debe coordinarse “al menos a escala latinoamericana” porque “no podemos esperar a que cada país resuelva su problema” solo, en una región marcada por la recesión.