El final no es nada

El final no es nada, la nada es lo importante. Las despedidas son esos dolores dulces, dicen. Pero es que las despedidas no son tan crueles como parecen. Salvo en la muerte, no son realmente el final. Final y despedida, no es lo mismo. Tus ojos brillando fueron metales. No me duele el dolor, duele la vida. Las despedidas no saben que tienen un después. El después del después. Cuando todo termina, en realidad todo sigue. Es mentira que el final termina todo, hay que seguir, y seguir y seguir y seguir. Y alejarse, y seguir, y caminar más lejos aun, pero seguirá estando ahí. Nada termina. 

¿Y cómo terminan las cosas lindas? El momento exacto en que te das cuenta que el tiempo no se ha detenido cuando debió haberse detenido. Es un hijo de puta el tiempo. No se que dice la teoría de la relatividad sobre su composición, no sé que andan explicando los mejores físicos del mundo, pero lo que si se es que es un hijo de puta. Se los puedo decir yo que una y otra vez trato de agarrar los momentos, y siempre se escapan. Se los digo yo, que durante el momento más feliz de mi vida siento una chispa de tristeza encenderse para recordarme que se va a terminar, que haga lo que haga, en 3 días habrá terminado para siempre y nada puedo hacer al respecto.

Podemos hacer represas, edificios, aviones, naves espaciales, satélites, curar enfermedades, vivir mil años. Pero no podemos aferrarnos a un momento. Claro, cuando es malo dicen aquello de que siempre que llovió paró. Pero siempre que salió el sol volvió a llover. La letra chica de las frases de autoayuda. Lo malo termina, pero lo bueno se termina también.

Yo pensaba que ese era un problema de la muerte, pero no. Ese es un problema menor. La muerte no tiene nostalgia. Me aterra, pero no tiene nostalgia, no hay tiempo al que aferrarse.

Y esto se va junto con el tiempo, y no importa si es bueno, si es malo, si es despacio, si es rápido. Se va. Es quizás el origen de cualquier malestar que exista en una persona. Que se va, que todo se escapa, que nada puede volverse perpetuo. Esa sensación de tristeza cuando cerras la última página de un libro que te acompañó. La tristeza de que fue hermoso y ya volverá a serlo. 

No sé cómo seguir este texto porque ya olvidé lo que quería decir. Era algo sobre cómo dia a día se nos vienen comiendo los minutos y no los podemos detener. Como hago para volver a estar gritando el gol de Montiel en una calle de Buenos Aires, como hago para volver a estar escribiendo un preludio de abril, pensando que quizás estaba naciendo algo eterno, como hago para tener 15 años, como hago para volver al 2021, cuando con un montón de gente hermosa habíamos hecho de esta radio un lugar fabuloso. La respuesta es que no, que no hago porque no puedo nada. Y ahí está todo. Aceptar que se fue todo, que nada volverá, pero tampoco hubiese vuelto si esto hubiese seguido, lo que se fue se fue y se terminó. Chau. No volveremos a hablar con Lula, ni a tener una radio con voces nuevas, ni a soñar con todo, ni a hablar con Paulinho, ni a reírnos con Mirta y Juan ni a nada. Pero eso no volvería a pasar jamás, sin final o con final. Así que no tiene sentido aferrarse a nada, no porque no sea hermoso. Yo congelaría el tiempo, pero es imposible. No queda nada. Solo despedirse, y saber que la despedida es un final, pero que todo es un final, incluso las bienvenidas.

Compartir

Facebook
Twitter
Email
WhatsApp