Estoy lleno de vacío

Se acabó. No se habla más. No más recitados, no más líneas de tiempo, no más dictados interminables de frases llenas de m. Ni mi mamá me mima, ni amaso la masa, ni azucena techa la choza. La educación como trabalengua, fuera de las lenguas de nuestros niños. Ha muerto junto con ella la cursiva, la manuscrita, las interminables curvas y recurvas donde ya nada se entiende, donde la diferencia entre una b y una d se vuelve difusa, donde la p y la q se miran al espejo y se señalan con el dedo. Varela, en los cuadernos. La apología del hombre culto, de la mujer instruida se ha derrumbado junto a los pupitres de madera, de los cuales apenas recuerdo la línea divisoria del medio, la que diferenciaba mis cosas de las tuyas, la que ameritaba reglazo en los dedos, la frontera más temida del mundo. La franja de Gaza de la escolaridad. Ya no queda más nada, apenas el recuerdo de en cuál cancha me tocaba jugar en tercero, en cual en cuarto. Mi cabeza se ha vaciado por completo de años y años de educación formal. No sé ya si primero fue la guerra y después la paz, o primero la paz y luego la guerra. He olvidado cual rey fue decapitado y cual fue condecorado, aunque sí recuerdo que fue por los mismos hechos. Los héroes se sientan en la misma mesa que los traidores. Recuerdo recuerdos, imagino apenas nombres que se me confunden y ya no sé quien es un biólogo exitoso y quién el 8 de Emiratos Árabes en el Mundial del 94.

Finalmente, la última neurona que recordaba la regla de 3, ha muerto hoy. Epitafio de la matemática en mi cerebro. Uso una calculadora online para los porcentajes porque no tengo la menor idea como es la fórmula, y no tengo noción alguna de cómo se divide a mano. Entre esa operación y una operación a corazón abierto, las dos me resultan igual de misteriosas en el buceo profundo de mis agotadas neuronas.

¿Qué recuerdo? Puedo contarlo. Sé que hay una tabla que es la MEGA, y que me permite saber si una palabra es monosílabo, esdrújula, grave o aguda, y donde lleva el tilde, que no es el acento. Recuerdo que las células eran eucariota y procariota, pero no me doy cuenta cual es cual, y mi cerebro agotado piensa que bien podría ser el nombre de un dúo de payasos para adultos, que cuentan chistes verdes desde un punto de vista de la biología, del estilo de “si ese es el núcleo lo que será la membrana” o “lo conoces al nucléolo?”

Y estoy lleno de vacío. Mientras me abandonan los conocimientos, nada entra en su lugar. Se como desinstalar un programa, y se como hacer que no todos los programas se ejecuten al inicio. Y sé cómo usar el Google maps, y como crear una carpeta en el drive y moverla para que la vea Pilar. Todo lo que sé, son cosas de computadora. Del LED para afuera nada. De carne y hueso nada. Mi cerebro se declara en rebeldía, y mi corazón me pregunta cómo es que no sé hacer un esqueje de una suculenta. ¿Nunca aprendiste eso? Como puede ser que no sepas cómo trasplantar un rosal, ¿Qué clase de enamorado puede ser uno si no puede llevar a puertas de su enamorado el hijo de un potus majestuoso? Mis manos me recuerdan a cada paso que he perdido el tiempo en la vida si no puedo hacer un agujero de 8 centímetros que atraviese la pared, y que ya es hora de que entienda las diferencias entre taladro, roto martillo, percutor y ainda mais. Nada de eso lo sé, ni lo supe, ni siquiera sé si lo entiendo. No sé qué me conviene hacer con la guita en el banco, ni se hacer un banco para la mesa, ni se que cocinar para poner en la mesa. Todavía me confundo la acelga de la espinaca, y me sigue dando gracia cuando le dicen porro al puerro. Me he despegado de la materia, no sé hacer mezcla para las paredes, pero tampoco se si las paredes están hechas de mezcla, sospecho que mi casa es de yeso. Que lo que se ve firme se rompe de una patada. Y en todo caso, no sé dar patadas, porque nunca aprendí un arte marcial, ni un paso de baile. Y bailar no puedo, pero tampoco puedo tocar la guitarra, ni el bongo, ni siquiera puedo tamborilear encima de una mesa. Solo se que no se nada, y aun peor que eso, no se ni siquiera a quien le estoy robando la frase.

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