La historia de Gonzalo Farrugia podría tejerse con un hilo invisible que junte historias que no deberían haberse juntado más. Cómo un cuento de hadas que se le cuenta a los niños, pero que realmente no nos creemos, la vida de Farrugia fue dando saltos dignos de un guionista demasiado fantasioso. No tiene sentido pensar que un niño de Treinta y Tres sea el baterista más buscado de la Argentina de los 70, que lance la carrera de Julieta Venegas o que componga el himno de México, y lo que seguro no tiene sentido es lo temprano que termina su vida, eso sobre todo. Una vida tejida de forma sutil e invisible por la banda que se le apareció en un sueño de adolescente y que terminó materializando hasta convertirse en el mito más grande del rock progresivo. La vida de Farrugia es un sendero de nubes, es un Vuelo a la Galaxia, a su galaxia, a mi galaxia, a la galaxia de Psiglo.