Los países que mejor han atravesado esta situación son los que más invirtieron y restringieron la movilidad, señaló el politólogo Guillermo Fuentes en diálogo con M24.
Fuentes, integrante del Instituto de Ciencia Política de la Universidad de la República, conversó con M24 sobre pobreza y desigualdad a raíz de la pandemia, sobre los cambios que imprimió el cambio de administración en las políticas sociales, la estrategia del gobierno y las alternativas existentes.
¿Por qué cayeron tan rápido cien mil personas en la pobreza?
GF: Es probable que sea evidencia de algunas transformaciones de fondo que el Frente Amplio (FA) no logró procesar. Interpela las capacidades efectivas que tuvo el gobierno anterior de cambiar las estructuras en el Uruguay. Se hicieron esfuerzos importantes e inversiones significativas en áreas sociales deprimidas. Por ejemplo: en salud con el Sistema Nacional Integrado, sobre los sueldos con los Consejos de Salarios y sobre la pobreza con el Plan de Emergencia. Pero con una coyuntura política y económica muy favorable, el FA, no generó grandes cambios. No tocar las estructuras limita las posibilidades de atacar a largo plazo las desigualdades que ya venían arraigadas.
¿Qué modificación sustantiva se estableció sobre las políticas públicas con el cambio de administración?
GF: La gran transformación se da en el área de la asistencia social. El desmantelamiento de algunos programas refuerza el carácter residual e hiperfocalizado de las políticas. Esta segunda característica le es muy funcional al nuevo gobierno. Hay un cambio importante en la descentralización de la política social. Por ejemplo, con los Jornales Solidarios se traslada la ejecución del programa a las intendencias. Organismos que son, en términos de gestión pública, enclaves del siglo XVIII. Hay mucho clientelismo y patrimonialismo. Si a las intendencias les das las políticas sociales, se arma un combo potencial de clientelismo muy grande. Esta estrategia coincide con que el partido del presidente construye su poder a partir de administrar la enorme mayoría de las intendencias del país.
¿Hacia dónde nos conduce el modelo de administración de este gobierno?
GF: Si no hay cambios se va a incrementar aún más la desigualdad y la pobreza. Hay algunos sectores que están muy golpeados y otros que están ganando mucho durante la pandemia, eso es una fuente de desigualdad. Otro problema es el enfrentamiento del gobierno con lo público y eso se ve en los retornos a la presencialidad de la educación pública y la privada. La reducción de la inversión en políticas sociales, educación y salud va a abrir brechas de desigualdad que se venían reduciendo. En algunos lugares se generan nuevas desigualdades y en otros se profundizan. A eso se le suma una estrategia del gobierno de polarización de la sociedad y eso deja una sociedad casi partida.
¿Hay estrategias alternativas en el manejo de la pandemia que hayan dado mejores resultados que la del gobierno uruguayo?
GF: Hay alternativas. Los países que mejor han atravesado esta situación tienen estados que han invertido en ayudas al conjunto de la población y de la economía, además de establecer restricciones fuertes de la movilidad. Pero para pedirle a alguien que no vaya a trabajar tenés que garantizarle que pueda poner un plato de comida en su mesa y esos apoyos tienen que venir por parte del Estado. Los países con sistemas de bienestar fuertes, son los que mejor enfrentan estas crisis. Los que reniegan del Estado son los que peor la pasan y a los que les cuesta más salir adelante después. El menú es claro, lo que pasa es que el gobierno acá no considera esas cuestiones porque están fuera de su ortodoxia ideológica.
¿Cuáles son las claves para reducir la desigualdad en el futuro?
GF: La pandemia profundiza problemas que ya estaban. Los países que han logrado reducir más la desigualdad son los que tienen sistemas impositivos más justos, que tienen esquemas de protección social que incluyen a varios sectores sociales, generando grandes coaliciones de apoyo para esos programas. Un Estado presente en la provisión directa de bienes y servicios en áreas básicas con un mercado marginal. En Uruguay tenemos una estratificación muy importante. Por ejemplo: en salud y en educación los ricos se van al mercado, la clase media tiene esquemas mixtos y los pobres reciben soluciones estatales. Con esa segmentación es muy difícil reducir desigualdades porque no hay incentivos a la solidaridad. Los que ganan bien no tienen ningún motivo para invertir en servicios del Estado, no hay políticas que junten capas medias y bajas. Cambiar esto requiere conflicto, negociación y proyecto político.