Los pueblos originarios piden el cese del genocidio en América Latina.

Foto : Sputnik Mundo

En el Día Internacional de los Pueblos Indígenas, el continente revisa su historia con las comunidades indígenas e intenta crear nuevas relaciones en el marco del respeto y la dignidad.

 

Este martes 9 de agosto se conmemora un nuevo Día Internacional de los Pueblos Indígenas. La jornada se vive a lo largo de todo el continente como una jornada de resistencia, de reivindicación de derechos y reflexión, ante la violencia y discriminación que padecen los pueblos originarios.

 

La Constitución política del Estado Plurinacional de Bolivia, la nueva carta magna de Chile —a ser plebiscitada en septiembre—, la campaña sobre la abolición del chineo en Argentina y las protestas de la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador (Conaie), son parte de las luchas y logros que las comunidades indígenas llevan adelante en pos de un futuro inclusivo y con igualdad de oportunidades.

 

En Colombia, Gustavo Petro, que juró como el primer presidente de izquierda en la historia de Colombia para el período 2022-2026, antes de llegar a la Casa de Nariño asistió a una ceremonia de posesión espiritual, junto a la comunidad indígena del país.

“Estamos muy contentos y esperanzados por acompañar a este Gobierno y que se cumpla lo que establece la Constitución de 1991 en términos de inclusión y participación real”, dijo a Telescopio el senador colombiano Feliciano Valencia, líder indígena del  pueblo nasa.

“Le pedimos a Petro que su programa estuviera enraizado a las culturas ancestrales, a los principios de la vida, a la cosmovisión  de los pueblos indígenas. Él cumplirá con su palabra”, agregó el entrevistado.

Según Naciones Unidas, existen  476 millones de pueblos originarios en 90 países y sus habitantes representan el 6,2% de la población mundial.

 

“Colombia es un país multiétnico y pluricultural. Y eso lo tiene en claro el presidente Petro y la vicepresidenta Francia Márquez”, dijo Valencia.

“Es muy importante este principio de cambio y de transformación para alcanzar la paz que tanto hemos buscado”, agregó.

En tanto, la senadora colombiana Aída Marina Quilcué, lideresa social del pueblo nasa, exconsejera de derechos humanos y paz de la Unesco, dijo a Telescopio que “la paz no es solo el silenciamiento de los fusiles; tiene que ver también con empezar a resolver problemas estructurales de la gente, como la educación, la falta de oportunidades, la salud y el hambre”.

Aída participó de la minga indígena en el año 2008 en la que miles de personas marcharon a la ciudad de Bogotá  como forma de protesta.

En esa manifestación fue asesinado tu esposo, Edwiin Legarda, a manos del Ejército Nacional. Las amenazas contra su vida y la de se mantienen en el presente.

“Esta situación persiste y creo que los riesgos siguen siendo mucho más fuertes, sin embargo el gobierno de Iván Duque no nos ofreció garantías plenas. Esperamos que con Petro empecemos a mejorar las condiciones de vida. Hay muchas personas amenazadas”, dijo Quilcué.

“Yo soy de Tierra Adentro y  hay situaciones complejas allá. Están los cultivos del narcotráfico, tenemos una presencia fuerte de los grupos armados. Queremos  fortalecer el control social y territorial”, agregó.

La política y lideresa destacó además que el programa de gobierno de Gustavo Petro“ potencia la vida, la paz y las oportunidades”.

 

Desde Chile, el activista mapuche, Aucán Huilcamán, vocero del Consejo de Todas las Tierras, habló con Telescopio de los desafíos de los pueblos originarios en América Latina.

 

“Los Estados de América Latina y El Caribe siguen teniendo una deuda histórica con los pueblos originarios. Hay que mantener nueva y justas relaciones en el principio de la autodeterminación, la igualdad y la dignidad entre los pueblos”, señaló el entrevistado.

En el caso de Argentina, las marchas contra el extractivismo, el terricidio y el chineo han marcado las acciones en defensa de los derechos humanos en los últimos meses.

De acuerdo con la ONU, los pueblos originarios tienen casi tres veces más probabilidades de vivir en condiciones de extrema pobreza que el resto de las comunidades.

 

 

 

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