Quizá sea la hora de que el progresismo se plantee como objetivo social revalorizar el trabajo no remunerado, señaló sociólogo Labat

El ingreso masivo de mujeres al mercado de trabajo en la posguerra provocó un vacío de atención y cuidado en los hogares, provocando el efecto no deseado de virtual abandono en crianza y transmisión de valores, carencia que debe ser revertida mediante la revalorización del trabajo no remunerado por el mercado, propuso el exdirector de Evaluación y Monitoreo del Mides Juan Pablo Labat en INFO 24.

Labat señaló que la actual “quizá sea la hora de que el progresismo se plantee como un objetivo social, de diálogo y pacto social (…) el tema del trabajo no remunerado, esas miles de horas que se fueron de los hogares hacia el sistema de producción, descuidando -no por voluntad propia-, produciendo un cierto descuido social”, graficó.

Esas horas “hoy deben retornar, y a veces lo pensamos capaz que como un fetiche, como un Sistema de Cuidados, cuando en realidad es el valor de los cuidados como valor moral, como valor social y como valor económico lo que tenemos que poner arriba de la mesa”.

El conocimiento de “la estructura de trabajo no remunerado es uno de los caminos que nos va a permitir volver a justificar este reparto que precisamos plantear adentro de un pacto social; tenemos que buscar el camino para que ese reparto -el trabajo es uno- sea, desde el punto de vista de la economía política, respetado y viable”.

Se trata de “considerar y poner arriba de la mesa el trabajo no remunerado como uno de los elementos que la sociedad tiene que atender; no podemos seguir mirando para el costado y metiendo la cabeza abajo del piso como el avestruz para entender de dónde salen todos los problemas sociales que estamos viviendo a diario, que son atroces y provienen de un proceso de socialización de mala calidad”.

Ese proceso “tiene baja cantidad de horas, baja calidad de horas”, al que “la sociedad debe atender” pero “termina atendiéndolo por sus resultados, en las cárceles, por el déficit en las dimensiones sociales que constituyen el bienestar como la salud, como la educación”.

“Esto es producto en buena parte de no haber tenido una posibilidad de socialización que nos constituya en un modelo exitoso y donde los individuos se sientan integrados a la sociedad y quieran ser parte de un proyecto social”, resumió el sociólogo su diagnóstico.

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