“El interrogatorio efectuado al Dr. Vladimir Roslik –sostiene– se desarrolló en forma ilegítima, transgrediéndose las leyes y reglamentos que regulan la forma en que debe ser tratada una persona detenida, derivándose, como consecuencia, el resultado de muerte del mencionado, evento no previsto ni querido, pero previsible”, expresa la sentencia del caso según el juez militar de la causa.
El pedido de acceso a la información pública que remitió La Diaria culminó con un análisis de la sentencia del juez militar Óscar Vilches sobre el asesinato bajo torturas del médico Vladimir Roslik, último detenido desaparecido de la dictadura uruguaya 1973 – 1985. Allí se establece que once militares integraron el grupo de personas que interrogó a Roslik mediante tortura.
La meta del interrogatorio fue “una lección para que los más jóvenes ‘aprendieran’ a indagar a los detenidos”, señala el artículo publicado este lines 17.
Entre los participantes se encontraba el general retirado Daniel Castellá, presidente del Supremo Tribunal Militar hasta el miércoles 12, cuando el ministro de Defensa, Javier García, leyó el documento final del pedido de acceso a información y definió el cese del oficial. También estaba Alberto Loitey, excandidato a intendente de Soriano por Cabildo Abierto, quien aseguró durante la campaña de 2021 que Roslik murió por un paro cardíaco.
Quien cumplió la tarea de interrogador fue el entonces teniente Dardo Ivo Morales, quien nunca fue enviado a la justicia porque Vilches entendió que estaba cumpliendo órdenes.
El resto de interrogadores fueron Jorge Soloviy y Heber Calvetti; Dardo Ivo Morales y Oscar A Lauber; Luis P Estebenet y Rodolfo G Costas, y Edgardo Favier y Nelson F De los Santos. La sentencia tiene 55 páginas que detallan el informe forense, que incluye el desgarramiento del hígado. Ninguno confesó las torturas.
Sin embargo, varios testigos aseguraron que a Roslik "lo torturaron horriblemente", como recordó Susana Zanoiani para el libro de Virginia Martínez, "Los rusos de San Javier". Otro testimonio es el de Hugo González, quien afirmó: “Morales le apagaba cigarrillos en la espalda y después lo obligaba a sostenerse una gasita cubriendo las quemaduras. Lo oí delirar”.