Tres conclusiones de Agustín Canzani tras las elecciones en Brasil

Foto: Difusión Lula da Silva.
Foto: Difusión Lula da Silva.

Los buenos resultados de gobiernos anteriores no garantizan adhesiones ante un electorado que se mueve por los problemas del aquí y el ahora. La nueva derecha de América Latina surge con expresiones cada vez más radicales. Las elecciones en latinoamérica se definen entre conservadores y progresistas, con alianzas cada vez más amplias. Estas son tres reflexiones de Agustín Canzani en su habitual columna en M24.

La elección en Brasil muestra que los antecedentes exitosos de gobiernos de determinada orientación política no aseguran la fidelidad del electorado a futuro, consignó Agustín Canzani en su columna por M24. Los gobiernos de Lula, señaló, tuvieron datos excepcionales a nivel social, pero eso no sirvió para que el electorado lo apoye de manera masiva en la actualidad.

En futuras elecciones, los desafíos del aquí y ahora son las cuestiones más relevantes y, quien aspire a gobernar, tiene que estar preparado para responder a esas demandas, conclyó el analista.

Las nuevas expresiones de la derecha, prosiguió Canzani, están surgiendo con características cada vez más radicales en América Latina. Estas nuevas expresiones no solamente incluyen prácticas clientelares, o el uso discrecional de los recursos públicos, sino que usan los margenes de la institucionalidad sin ningún tipo de complejos. Las condiciones democráticas son importantes, así como distinguir entre diferentes derechas latinoamericanas.

Por último, la enorme cantidad de países latinoamericanos tienen segunda vuelta electoral. Las elecciones se definen en torno a bloques, que se están articulando entre conservadores y progresistas, en sentido amplio. Esto supone la construcción de alianzas políticas bien abiertas.

El país y el mundo son distintos a los de 2002, año de la primera asunción de Lula a la presidencia

El proceso electoral de una de las mayores democracias del mundo no se trató de un comicio más, inició Canzani. Incluso pudo haber definido su propio destino democrático como país, alertó. Si bien la victoria de Lula fue recibida con alegría por la mayor parte del mundo, también es cierto que la situación es bastante distinta que en sus anteriores experiencias como mandatario.

Por ejemplo, en 2002 Brasil estaba anclado en un sistema integrado por partidos que hoy están prácticamente "licuados" en su relevancia política, en favor de nuevos partidos que expresan nuevas expresiones de la derecha. Además, Brasil de comienzo del siglo XXI era una potencia industrial pero hoy se ha reprimarizado, volcado al agronegocio.

Las iglesias evangélicas eran importantes, pero hoy se transformaron en un actor político relevante. El socio comercial más relevante ya no es EEUU sino China. Por otra parte, el multilateralismo no había pasado por la "era Trump", momento de desprestigio de los ámbitos internacionales. Con una era progresista en su apogeo, tampoco se observaron las crisis posteriores y, como ejemplo, Canzani mencionó a Venezuela, su caso más paradigmático.

Recordó que Brasil tuvo gobiernos conservadores y de centro-derecha en su historia, pero ninguno utilizó "la destrucción como estrategia". De esa manera definió Canzani al período de Jair Bolsonaro. "Un tiempo donde se trató de destruir un conjunto enorme de cosas que tenían que ver con la propia institucionalidad democrática", complementó.

Lula retorna luego de un proceso deliberado de destrucción de su imagen, con persecusión mediática, un poder judicial perforado, que lo sacó de la anterior elección y lo dejó en la cárcel. Hoy, la hoja de ruta de Lula será muy diferente a la que inició hace 20 años cuando inició su presidencia.

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